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Toxina botulínica

Definición, objetivos y principios

La aplicación de Toxina Botulínica en medicina estética tiene como fin atenuar todas aquellas arrugas dinámicas o de expresión que se manifiestan a nivel facial.

El envejecimiento de los tejidos a nivel facial depende de varios factores, entre los cuales la exposición solar, el tabaquismo, la acción de la gravedad y la genética, juegan un rol fundamental. En cuanto a las arrugas, las hay de dos tipos: dinámicas y estáticas. Las primeras son consecuencia de la actividad muscular subyacente al plano de la piel. Es por eso que, al causar la toxina botulínica una parálisis muscular fláccida, toda aquella arruga producida total o parcialmente por la actividad muscular podrá ser corregida. Clínicamente, los beneficios obtenidos con el uso de la Toxina, tienen una duración de entre 4 y 6 meses.

 

Los tratamientos cosméticos no quirúrgicos, como la Toxina Botulínica y los rellenos inyectables, se han vuelto cada vez más populares entre los pacientes de todas las edades. Estos procedimientos se han convertido en una alternativa a ciertas intervenciones quirúrgicas o son utilizados cómo medidas paliativas previas a una cirugía estética. En ciertos pacientes con signos de envejecimiento facial precoz incluso han probado ser más convenientes.

Tanto la Toxina Botulínica cómo los rellenos inyectables juegan un rol importante en el rejuvenecimiento periorbitario y del tercio medio facial. Pueden utilizarse cómo procedimientos únicos o en combinación con diferentes tipos de cirugías con el objetivo de mejorar el resultado estético final. La Toxina Botulínica se utiliza para suavizar las arrugas dinámicas de la cara, mientras que los rellenos actúan sobre surcos y arrugas estáticas.

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